Ilustración superior de Radu Oltean para Desperta Ferro. Cuadro de la parte
inferior "Germanicus after the Disaster of Varus" de Lionel-Noël Royer
Aquellos trágicos días de septiembre del año 9 d. C. acabaron con la aniquilación de las tres legiones allí presentes, las Legio XVII, XVIII y XIX. además de la desaparición de sus tres emblemas principales, las aquilae. La batalla de los bosques de Teutoburgo ha pasado a la historia como una de los grandes desastres que sufrió Roma. Culpable de ello es sin duda la pérdida de tres de sus célebres águilas, y es que el robo de estos estandartes suponía una clara humillación tanto para los propios legionarios que debían defenderla como para el poder político de Roma y su pueblo.
El historiador Anneo Floro nos relata que, siendo la derrota tan cierta como inminente, “antes de que la tercera (águila) fuera robada, el portaestandarte la sacó de la pica, y envolviéndola en su tahalí, la sumergió en el fondo de un pantano ensangrentado (Floro, Epitoma II.30.38; trad. Eloy Díaz Jiménez). Las otras dos, ya se encontraban en manos germanas…En los años sucesivos a la catástrofe, la recuperación de las águilas se convirtió en una misión de gran importancia para el Estado, siendo clave para la restauración del orgullo nacional. Pérdidas en los inmensos y desconocidos bosques de Germania, su “rescate” suponía todo un reto. ¿Conseguirá el poderoso imperio romano recuperar las tres águilas?
Grupo de legionarios defienden una de las águilas en el caos de la batalla.
Ilustración de Pablo Outeiral
La primera de las águilas robadas volvería a manos romanas en el 14 d. C., durante las campañas de Germánico. Según nos cuenta Tácito en Anales, al general Gayo Silio, quien se encontraba a las órdenes de Germánico, se le revela la localización de una de las águilas. El responsable de ello es Malovendo, el jefe de los marsos, quienes entonces se encontraban en guerra con Roma. Este, le indica que en un bosque sagrado cercano se halla enterrada un águila de una legión de Varo, protegida además solo por una guardia reducida. Cabe destacar aquí como los propios germanos esconden el águila en un bosque sagrado y además lo protegen, aunque sea de forma leve. Estos sabían de la importancia del águila y sobre todo de su carácter sagrado y religioso. Volviendo a su recuperación, Gayo Silio mandó rápidamente a algunas de sus tropas a atraer al enemigo al frente para, por la espalda, otros excavasen con éxito el águila.
Al año siguiente, aparecería la segunda. Tácito también nos relata su recuperación. Envíado por Germánico, Lucio Estertinio, junto con una tropa ligera, encontró el águila de la legión XIX entre el botín conseguido tras derrotar a los brúcteros. La tercera, la única que faltaba, no aparecía. Tal vez fuese aquella que según nos relató Aneo Floro, fue lanzada al fondo de un pantano para evitar su captura, y por ello tardó tanto en aparecer, porque aparecer apareció, aunque no se sabe como. El historiador Dion Casio, que escribe casi 200 años después, afirma que la tercera águila fue recobrada por Publio Gabinio en el 41 d. C., bajo el reinado de Claudio.
¿Qué hay de cierto en estos relatos? No lo sabemos. Tal vez sean fruto de la propaganda y no de la realidad, tal vez de ambos. Lo que sí es cierto es la gran importancia que daba Roma a este tipo de estandarte o emblema, y sobre todo a su recuperación.
Bibliografía:
-Teutoburgo. Desperta Ferro Antigua y medieval, Nº 39. Artículo "Las águilas de Varo" por Eduardo Kavanagh