El Hado y las hadas

 


Imagen superior obtenida de (enlace). Imágen inferior títulada 'Fairy Islands' 
del libro "Elves and Fairies" (1916) de Ida Rentoul Outhwaite.


Cuando lo conocido se mezcla con lo desconocido, la historia da paso a la leyenda, la leyenda al mito y el mito, en ocasiones, a la magia. Y qué hay más mágico que el misterioso mundo de las hadas. Por ello, en este breve artículo nos saldremos de lo conocido para explorar lo desconocido y descubrir el origen de las hadas.


Las hadas son unos personajes fantásticos con forma humanoide y extensas alas, que han cobrado una importante presencia en nuestra cultura popular. Siempre se les relaciona con la naturaleza, tanto con el mundo vegetal como animal, viviendo entre flores y bellas plantas, dando paso a la ansiada primavera. ¿Pero qué hay de cierto en todo esto? ¿Quiénes son realmente las hadas? Estos personajes del mundo de la fantasía aparecen mencionados por primera vez en la Edad Media por autores como Jean d'Arras y Chrétien de Troyes, donde ya muestran características bellas y su fuerte relación con el mundo del bosque y la magia. Desde entonces veremos distintas personificaciones y papeles en las hadas de las novelas medievales, encontrándonos sobre todo con el hada amante y el hada madrina. Siguiendo a la filóloga y académica Victoria Cirlot, estos dos tipos de figuras, al menos el de la madrina, tienen como antecedentes a las parcas, personificaciones del Destino del mundo grecorromano. Y es que si nos fijamos bien, tanto el hada madrina como el hada amante son definitorios en el destino de la persona con la que interactúan, ya sea por medio del uso de magia para marcar su vida desde el nacimiento, en el caso de la primera, o por medio del amor, magia que no necesita presentación, en el caso de la segunda. 



Viviane y Lancelot. Manuscrito 113 fol. 156v. S. XV. BNF. (Enlace)

A continuación hablaremos de las mencionadas parcas, puesto que al fin y al cabo, esto es un espacio dedicado a la historia antigua. Eso sí, indagando en el mito, y a través de Hesíodo. Debemos irnos para ello al origen de todo, cuando Gea y Caos comienzan a tener hijos. Este último será el progenitor de todas las fuerzas dañinas y negativas a través de su hija la Noche (Nyx), y ya que la peor de todas las fuerzas negativas es la muerte, puesto que anula nuestra propia existencia, no sorprende que Hesíodo encabece la lista de los hijos de la Noche con la odiosa Moro, la personificación del Destino ("Fatum" o "Hado" para los romanos) con el significado especial de muerte señalada de un ser humano (Robin Hard p. 59). 


Nos es ningún secreto que la mitología griega cuenta con contradicciones y distintas versiones de una misma idea, y esta no es una excepción. El Moro o la Moira no siempre fue una única divinidad, pues aparece en Hesíodo como las moiras “un grupo de diosas que asignan los destinos individuales a los mortales cuando nacen, particularmente con vistas a la hora de su muerte”, (Robin Hard p.60), ¿no recuerda esto a la figura del hada madrina? Según Hesíodo y otros autores, eran tres, Cloto, Láquesis y Atropo, y se les representa como tejedoras, ya que tejen el hilo del destino de cada mortal, llegando su vida a su fin cuando este se rompe. También se les representa como hermosas mujeres en el arte, aunque la literatura las imagine siempre como ancianas. Tal vez hayáis caído ya en que seguramente “conozcáis” a estas tres hermanas, ya que tuvieron su papel en la película de Hércules de Disney, aunque lejos quedan de ser una buena representación.



Escena de la película Hércules de Disney (Enlace).

El significado de la palabra moira viene de “porción” o “asignación”, y es usada aquí en referencia al destino que se le asigna a una persona. Los romanos darán a estas diosas el nombre de parcas, palabra con su propia etimología. Aparecen además en otras mitologías como en la germánica y nórdica, con el nombre de Nornas. Posiblemente debido a un origen común indoeuropeo. En cuanto a su gran relación con la muerte y esta como destino fatal, podría explicar aquel carácter malvado que muchas veces se les da a las hadas.



Las tres Moiras. Relieve, tumba de Alexander von der Mark, por 
Johann Gottfried Schadow. Antigua Galería Nacional, Berlín.


Ahora bien, las parcas quedan todavía lejos de las figuras de las hadas como tales. Como ya comentamos anteriormente, las hadas surgen en la literatura medieval, y es qué es ahí donde el Hado y las parcas parece que se mezclan con otros tipos de personajes. Por un lado, adoptan características de las ninfas, cuya relación con la naturaleza está mñas que presente, así como con la figura del amante. Por otro lado, se mezlcan con personajes de la mitología celta (muy presente en la literatura mencionada, donde además la fantasía tiene un papel protagonista) como con los Aos Sí. Lo que ocurre aquí es que la mitología celta nos ha llegado principalmente a través de la irlandesa y escocesa, teniendo como base la tradición oral y la cultura popular. No contamos con obras antiguas que nos permitan reconstruir los mitos celtas ni sus protagonistas, más allá de cuentos y leyendas. Incluso aparecen por ahí los Cait Sith, unos “gatos hada”. Al menos a mí, como historiador, este es un campo que se me escapa. Por ello dejo en ustedes el investigar y leer sobre este asunto, limitándome en mi caso a mencionar la influencia celta en la figura del hada, además, de como he hecho, profundizar en su origen y relación con el mundo grecorromano. Claro está que, a todo lo mencionado, hay que añadir la propia evolución que ha sufrido la figura del hada como ocurre naturalmente a todo personaje dentro de la cultura popular. 


¿Qué son entonces las hadas? Más allá de lo comentado, no lo sabemos, ya que no existen como tales, sino sólo dentro de aquellas personas que piensen en ellas. Es cada persona, dentro de su imaginario, la que crea y define al hada, como si de magia se tratase. Y es que como dijimos al principio, a veces la historia se mezcla con la magia gracias al mito, pudiendo explicarse sólo lo conocido a través de lo desconocido. Y si bien es el permanente deseo de conocer y entender todo lo que mueve al ser humano, es lo que no se puede conocer aquello que mueve su alma.


-Bibliografía: 

-Hesíodo, Teogonía. Introducción, traducción y notas de Pérez Jiménez A. y Matínez Díez A. (Biblioteca Clásica Gredos 197), Madrid 1994.

-"El Gran Libro de la Mitología Griega" de Robin Hard, 2008.

- Conferencia "Hadas: lo maravilloso femenino" de Victoria Cirlot (enlace).


 

Calípatra, una mujer en las Olimpiadas. Los Juegos Olímpicos y las mujeres.

 


Calipatra. Ferenice. Mujeres Deporte. Olimpiadas Antigua Grecia.

Ilustración superior de María Dolores Mirón en Desperta Ferro. Cuadro de la parte 
inferior de Auguste Vinchon.

La relación entre los Juegos Olímpicos y las mujeres siempre ha sido tan compleja como casi nula en muchas ocasiones. En la Antigua Grecia, solo las mujeres vírgenes podían asistir a los Juegos, aunque como espectadoras claro. Así nos lo dice Pausanias, al menos en el s. II d.C. No sería hasta el siglo XX cuando a éstas se les permitió participar al igual que lo hacían los hombres, siendo la primera en hacerlo la tenista Charlotte Cooper. Hasta entonces, las mujeres se habían visto limitadas a competir en torneos paralelos reservadas solo para ellas. Ya desde la Antigüedad, en la propia Olimpia, encontramos la que sería la versión femenina de los Juegos Olímpicos, los Juegos Hereos. A diferencia de los juegos masculinos, dedicados a Zeus, estos estaban dedicados a Hera, su esposa, y su participación era exclusivamente femenina. Se celebraban también cada cuatro años, y compartían muchas similitudes con los Olímpicos, aunque también tenían bastantes diferencias empezando con que contaban con muchísima menor fama y prestigio. Por ello, nos son bastantes desconocidos hoy en dia.



Mujer en el deporte Historia
Figurilla de bronce de una joven corriendo (520-500 a.C.) expuesta en el Museo Británico. Fotografía de: Caeciliusinhorto (CC BY-SA 4.0). Imágen obtenida de National Geographic



Su origen se confunde entre la historia y la mitología, pero sin duda es antiguo. Y en cuanto a su desarrollo, apenas tenemos la información dada por Pausanias (V. 16), según el cual los Juegos Hereos, organizadas por el colegio de las Dieciséis Mujeres, consistían únicamente en carreras pedestres (a pie), como los Olímpicos en su origen, aunque la distancia recorrida sería de 160 m aprox., seis veces menor que en las masculinas. Sus protagonistas serían únicamente parthenoi, mujeres no casadas, y por tanto, vírgenes. La participación directa de las mujeres en las competiciones celebradas en Olimpia, por tanto, se limitaba a los Juegos Hereos, y esa es la verdad. Pero todas las verdades tienen su excepción, y esta historia gira en torno a una. 


Calíapatra. Mujeres Olimpiadas. Juegos Olímpicos. Juegos Hereos.

Óleo de Prospero Piatti (1901). Imágen obtenida de: Wikipedia Commons.



La excepción se llama Calípatra, una mujer que sí participó en los Juegos Olímpicos. Calípatra, o Ferenice, era hija de Diágoras de Rodas (s. V a.C.), uno de los más exitosos atletas de la antigüedad, el cual triunfó tanto en los juegos olímpicos como en los nemeos, ístmicos y píticos dentro de la categoría de pancracio. Pero Calípatra no sólo era hija de un campeón olímpico, sino también hermana, ya que sus hermanos Damageto, Dorieo y Acusilao también resultaron vencedores. Y pronto, además, pasaría no solo a ser hija y hermana de campeones olímpicos, sino también madre. Su hijo Pisírrodo, siguiendo la tradición familiar, también obtuvo un triunfo. Durante este, debido a que su padre había fallecido, quién le acompañó como entrenador fue la propia Calípatra, disfrazada, eso sí, de hombre. Lo que ocurrió entonces, nos lo relata Pausanias (V. 6.7-8) de la siguiente manera: “cuando ganó Pisírodo, Calípatira, al intentar saltar por encima de la tapia donde tienen confinados a los entrenadores se quedó desnuda. Así se descubrió que era mujer, pero la dejaron marchar sin castigo por consideración a su padre, sus hermanos y su hijo -pues todos ellos habían conseguido victorias olímpicas-; con todo promulgaron una ley según la cual en adelante los entrenadores entrasen desnudos en los Juegos”.


De esta forma, Calípatra se convirtió en la única mujer conocida que estuvo presente y “participó” en unos Juegos Olímpicos en la Antigua Grecia, teniendo la suerte de no ser castigada con la pena de muerte gracias a su legado familiar. También participaron de forma indirecta otras mujeres como la espartana de sangre real Cinisca, vencedora en las carreras de carros de cuatro caballos del año 396 a.C., victoria que repetiría en los siguientes juegos. La espartana fue tratada como heroína siendo la primera vencedora olímpica. No obstante, ella no conducía el carro, sino que únicamente era quién crió a los caballos. En aquel entonces, era el dueño o la dueña de los caballos quién ganaba la corona y resultaba vencedor o vencedora, y no el auriga que condujese el carro. El mismo caso de Cinisca se repetiría más adelante con otras mujeres, pero ninguna participaría directamente como lo hizo Calípatra, la primera mujer en competir, aunque en calidad de entrenador, en unos Juegos Olímpicos.


-Bibliografía: 

-Pausanias, Descripción de Grecia. Libros III-VI. Introducción, traducción y notas de Herrero Ingelmo, M.C. (Biblioteca Clásica Gredos 197), Madrid 1994.

-Artículo "Mujeres en los juegos", de María Dolores Mirón, en "Las primeras Olimpiadas" Nº 56 de Desperta Ferro Arqueología E Historia.

- El deporte femenino en la Antigua Grecia, de Fernando García Romero, Universidad Complutense (enlace).




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