Nerón y el gran incendio de Roma
El legendario encuentro entre Alejandro y Diógenes
A veces la historia nos deja episodios tan increíbles que nos resulta complicado saber si son leyenda o no. Este tiene como protagonistas a dos hombres tan importantes como distintos. Diógenes el Cínico era un famoso filósofo que pensaba que la verdadera felicidad del hombre residía en una vida natural, evitando los placeres terrenales. Residía en una tinaja, comía junto a sus perros y hacía todas sus necesidades en público. Diógenes solía meterse en problemas bastante a menudo a causa de sus enseñanzas y estilo de vida rebeldes.
Estando en Corinto, Alejandro, quien conocía las enseñanzas del filósofo, llegó a la ciudad en plena expansión militar por Grecia. Entre ellos se produjo un encuentro el cual Plutarco nos relata de la siguiente manera:
“Acto seguido, muchos hombres de estado y filósofos se acercaron a Alejandro para felicitarle, y esperaban que Diógenes de Sinope, quien llevaba un tiempo en Corinto, haría igual. Pero al no tener el filósofo la más mínima noticia de Alejandro, continuó disfrutando de su ocio en los suburbios de Craneion, por lo que Alejandro decidió acudir personalmente a verle, encontrándole tendido al sol. Diógenes se incorporó un poco cuando vio tanta gente encaminándose hacia él, y fijó sus ojos en Alejandro. Cuando el conquistador se dirigió a él saludándole, y le preguntó si quería algo de él, Diógenes le respondió “Sí. Apártate que me tapas el sol.” Se cuenta que Alejandro quedó tan impresionado por esta respuesta, y sintió tanta admiración por la altivez y la grandeza del hombre que parecía no sentir sino desprecio hacia él, que dijo a sus seguidores, que se burlaban y reían del filósofo mientras se marchaba: “Si no fuera Alejandro Magno, me hubiera gustado ser Diógenes.”
Fuentes:
-Vidas paralelas (Plutarco)
Cómo perdió su ojo Filipo II
El origen de la Navidad como festividad
Para entender el origen de la Navidad debemos empezar por el principio, por el nacimiento de Jesús, acontecimiento sobre el cual gira la festividad. ¿Nació Jesús un 25 de diciembre? El día exacto es casi imposible de saber y en cuanto al mes, la teoría más aceptada es en septiembre u octubre. Pero entonces, ¿por qué se celebra en diciembre?.
Diferentes culturas realizaban festividades durante el solsticio de invierno, el cual tiene lugar entre el 20 y el 23 de diciembre. Los romanos celebraban Las Saturnales, fiestas dedicadas a Saturno desde el 17 al 23. Estas fiestas se caracterizaban por ser siete días de bulliciosas diversiones, banquetes e intercambio de regalos. Los esclavos se libraban de sus obligaciones e incluso se detenían las guerras. Estas fiestas son el origen de la forma actual de celebrar la Navidad y el conocido como “espíritu navideño”. Además, durante el siglo III d. C., el emperador Aureliano creó el Dies Natalis Solis Invicti, una festividad dedicada al culto del Sol y el cual finalizaba el 25 de diciembre, fecha en la cual también se celebraba el nacimiento de Mitra.
Por otro lado los germanos y escandinavos celebraban el 26 de diciembre el nacimiento de Frey, dios nórdico del sol naciente, la lluvia y la fertilidad. En esas fiestas adornaban un árbol de hoja perenne, que representaba al Yggdrasil o árbol del Universo, costumbre que se transformó en el árbol de Navidad cuando llegó el Cristianismo al Norte de Europa. Incluso aztecas e incas, culturas muy lejanas, tenían sus propias festividades relacionadas con el Sol durante esas fechas. Aprovechando la coincidencia de fechas, los primeros evangelizadores, los religiosos agustinos, promovieron la celebración de la Navidad y así desapareció el dios prehispánico y mantuvieron la celebración, dándole características cristianas.
Volviendo al nacimiento de Jesús, las primeras referencias a celebraciones variaban de fecha según el lugar. Pensadores como Clemente de Alejandría situaron el acontecimiento en fechas muy lejanas a diciembre. No fue hasta el año 335 d. C. cuando el Papa Julio I propuso la actual fecha, y en el 354 d. C., el Papa Liberio decretó que esa sería la fecha oficial, sobreviviendo hasta hoy en día. El motivo posiblemente fuese para vincularlo con la mencionada festividad del Sol Invicto, ya que al “unirlas”, atraería a más paganos a la nueva fe. Aunque no sabemos cuándo nació Jesús realmente, la Navidad tiene una historia tan larga como interesante, y es que es la mezcla de diferentes fiestas de distintas culturas, porque la Navidad al final es eso, un tiempo de celebración y unión.
El río Rubicón y su importancia en la historia de Roma
Los extravagantes banquetes romanos
La novena legión y su desaparición
El desconocimiento de que fue de esta legión dió lugar a numerosas leyendas impulsadas por historiadores y escritores que hicieron de esta legión posiblemente la más conocida hoy en día.
La novena legión comienza a crear su propia historia bajo Julio César, con quien luchó en la guerra de las Galias y a quien fue fiel durante su guerra contra Pompeyo. En tiempos de Octavio Augusto luchó junto a este en la decisiva batalla de Actium y participó en las guerras cántabras, en Hispania. Fue entonces cuando se ganó el sobrenombre de Hispana, ya que se estacionó allí. Sus destinos fueron varios antes de llegar a Britania en el 43 d. C., participando en su invasión. En Britania fundó la actual ciudad de York, donde nace el origen de la leyenda de su desaparición. Tras ser reemplazada por la Legio VI Victrix, se perdieron las pistas sobre qué fue de ella.
Fueron muchas las novelas que aprovecharon esto para crear numerosas leyendas. La más destacada y extendida fue la de la muy popular novela de R. Sutcliff The Eagle of the Ninth, de 1954, donde era exterminada por tribus britanas del norte. Sin embargo, en 1970 se descubrió que la Legio IX Hispana fue trasladada a la actual Holanda, donde estuvo hasta el año 132 d. C., cuando fue enviada a Oriente. Es allí donde comienza el verdadero misterio de su desaparición, pues se le pierde el rastro. En una relación de legiones de época de Marco Aurelio ya no se la menciona. Existe la posibilidad de que Roma no quisiera dejar constancia de la IX debido a que hubiera sufrido alguna derrota marcada, o porque sus legionarios hubieran cometido algún acto deshonroso, como huir del campo de batalla.
Otro final pudo ser la destrucción de la unidad en Judea, lugar en el que se había sucedido una revuelta en época de Adriano o que también hubiera sido aniquilada por tropas partas en el 161 d. C., durante la invasión de estos de Armenia y Siria. Lo único cierto es que se desconoce qué fue exactamente de ella, de la legión que pasó a la historia más por su misteriosa desaparición que por sus hazañas, de la conocida como... la novena legión.
El submarino de Alejandro Magno
La conocida obra Romance de Alexandre, cuenta entre sus numerosas míticas hazañas de Alejandro Magno una bastante curiosa y difícil de creer, y es que no hay ningún motivo para pensar que fuese cierto, aunque eso no quita que esta leyenda deba ser conocida. Según se nos cuenta, Aristóteles, el filósofo, junto a su alumno Alejandro inventaron un aparato llamado lebeta.
La lebeta griega fue el primer prototipo de campana húmeda que se diseñó. Aunque Alejandro Magno no tiene que ver nada con ello, si existe un texto real que escribió el propio Aristóteles llamado Problemata (313 a. C.), donde encontramos la mención más antigua respecto a la lebeta griega, pudiendo ser realmente su inventor. Sin embargo, en la obra se nos dice que Aristóteles diseñó una lebeta con las paredes de cristal, la cual usó Alejandro Magno para conocer los desconocidos fondos marinos. He aquí parte de la obra antes mencionada Romance de Alexandre:
"¡El mar infecundo de Homero! ¡Palabras insensatas! Los hombres, Aristóteles, nunca han visto más que aguas agitadas por el viento, nunca han contemplado más que espumas centelleantes, nunca han estado sentados más que en la tapa del cofre. En cuanto apoyé la frente contra el vidrio transparente, vi, como bajo el sol que disipa las brumas de Hidaspes, un mundo fabuloso. Los cofres del mar desbordaban riquezas vivientes, más asombrosas que los mil tesoros de Susa y ofrecidas a mí envueltas en polvo de oro. Mira esta tierra desolada y maléfica de Gedrosia. Desde que el mar la cubre todo es fertilidad, belleza, frondosidades vírgenes, exuberancia. Estate seguro, Aristóteles, de que los hombres irán un día a conquistar sus riquezas y apoderarse de ellas. Por los campos de algas pasan manadas de peces a los que otros, enormes, siguen para devorarlos. El fondo del mar está cubierto de conchas, de animales que son acaso flores y de plantas que he visto transformarse en criaturas animadas, tendiendo sus garras y abriendo sus fauces. Bajo el mar ocurren cosas que mis ojos han visto sin que mi mente pueda comprender. Todo parece regido por la magia y los caprichos demenciales de dioses monstruosos (…)"
El origen de Halloween
Los bacanales romanas y sus falsos mitos
El emperador Honorio y su gallina Roma
El emperador Teodosio, al morir en el 395 d. C., dividió el imperio entre sus dos hijos, siendo la parte occidental para su hijo menor Honorio, el cual tenía 9 años en aquel momento. En esa época el verdadero poder lo solía tener el magister militum, el mayor cargo militar. Su figura era comparable a los famosos válidos de los reyes españoles durante los siglos XVI y XVII. Para suerte de Honorio, el magister militum era Estilicón, un brillante militar que mantuvo a raya las invasiones bárbaras. Evidentemente la relevancia política de Honorio era prácticamente inexistente ya que el peso de la gestión del imperio lo llevaba Estilicón. Aún así, este último se propuso darle una educación al emperador adecuada a su cargo, pero Honorio hacía oídos sordos y se pasaba el día jugando con sus gallinas, a las que tenía por animales domésticos.
En el año 408 d. C., Honorio condena a muerte a Estilicón tras creerse diversas acusaciones difundidas por conspiradores. El emperador no era consciente del error que había cometido, cuyas consecuencias no tardarían en llegar. Muerto Estilicón, el rey visigodo Alarico consigue llegar hasta Roma, y el 24 de agosto del 410 d. C., la ciudad es saqueada. Honorio, quien se encontraba en Rávena, la capital del imperio por aquel entonces, recibió las noticias de la catástrofe de una forma no menos curiosa. Cuando le comunicaron que Roma había sido tomada por los bárbaros, Honorio exclamó preocupado "¿Pero cómo puede ser? ¡Si ahora mismo estaba entre mis pies!". Había entendido que se trataba una de las gallinas con las que jugaba, a la cual llamaba con el nombre de Roma. Cuando le comunicaron que se trataba de la ciudad y no su gallina, respiró aliviado.
Hoy en día se piensa que seguramente esta “anécdota” fuese una exageración de sus opositores, pero es posible que tuviese un origen real. Independientemente de ello, es un claro ejemplo de la mala gestión política del imperio en sus últimos años de vida, algo que sin discusión alguna, fue uno de los motivos principales de la caída de uno de los mayores imperios de la historia.
Aníbal tras la batalla de Zama
La vestimenta y armamento del pretoriano romano
Desde siempre hemos visto a los pretorianos como la élite del imperio romano, siempre mejor armados que el resto de los legionarios, con capa, plumas en el casco... etc. Pero todo ello es falso. A continuación hablaré de cómo iban realmente los soldados de la Guardia Pretoriana.
La función principal de los pretorianos era una especie de cuerpo de policía política que se encargaba de la seguridad y protección de Roma. Siendo la única legión regular a la que se le permitía acuartelarse en Roma. Por tanto, casi siempre se encontraban medio armados, ya que servían como guardia y no en el campo de batalla. Vestían con túnicas y cotas de mallas, uniformes ligeros. Aun así, cuando un emperador iba en persona a una campaña militar, llevaba consigo a los pretorianos.
Una vez en batalla, los pretorianos sí iban bien armados, pero prácticamente igual que el resto de los legionarios. Ni capa, ni plumas, ni mejores armaduras. Lo único que los diferenciaba del resto de soldados era que llevaban los escudos más curvos y con diferentes símbolos.
La letra lambda en los escudos espartanos
La letra Lambda, actual “L”, era la primera letra de la palabra “Laconia”. Laconia o también llamada Lacedemonia, era la región o parte del Peloponeso de la cual Esparta era el centro y núcleo. Durante las guerras entre los hoplitas, era muy difícil diferenciar a un enemigo de un aliado, ya que no había símbolos ni distinciones entre los soldados de los diferentes ejércitos. Es por ello, que entorno al 460-470 a. C., los soldados espartanos comenzaron a pintar principalmente en rojo la letra griega lambda mayúscula (Λ) en sus escudos para identificarse como soldados de Lacedonia. Esta práctica fue imitada en muchas ciudades, que hicieron lo mismo con símbolos propios de sus polis.
Aunque el uso de este tipo de símbolos en los escudos se generalizó, lo más probable es que no todos los soldados hicieran lo mismo, y que muchos siguieran llevando sus propios símbolos.
El origen de "Veni, vidi, vici"
Los animales de Alejandro Magno
¡Por Tutatis!
La ciudad de Jaén
Jaén, ciudad española situada en Andalucía, era el más importante santuario religioso de Oretania, y lugar de peregrinación en época prerromana. Los oretanos resistieron fuertemente contra los cartagineses hasta que Aníbal Barca logró casarse con la princesa Himilce y unir Oretania a sus posesiones. Este hecho dió lugar a la entrada de estos en Jaén, convirtiéndose la ciudad en un palacio fortificado para Aníbal por su situación estratégica. Gracias a ello Jaén creció y entablo contacto comercial con otros pueblos y culturas como los griegos.
Alrededor del año 207 a. C., la ciudad es tomada por Escipión el Africano y arrebatada a los cartagineses. Desde el momento de su conquista los romanos la consideraron una "ciudad estipendiaria", es decir, bajo vigilancia militar y tributo debido a su apoyo a Cartago. Tito Livio la describiría como una ciudad opulenta y Estrabón dejó constancia de la gran fertilidad de la tierra. Desde el final de la República romana hasta el comienzo del Imperio romano, la ciudad fue romanizándose hasta que a finales del siglo I d. C. el emperador Vespasiano o tal vez su hijo Tito Flavio Sabino Vespasiano le concedieron el rango de municipio con derecho latino, conociéndose en adelante como Municipio Flavio Aurgitano o Aurgi.
La importancia del aceite de oliva y las aceitunas en Jaén viene dado por la gran importancia del cultivo de estos en Hispania y sobre todo la Baetica, donde la gran fertilidad de la tierra llevó a esta provincia a ser una gran exportadora de aceite en el Imperio romano. A pesar de ello, Jaén no tenía tanta importancia como actualmente en la producción de estos alimentos.
Los romanos y las Islas Canarias
Es difícil separar los relatos de los mitos oceánicos de la antigüedad y las referencias directas a las Islas. En la antigüedad clásica, el Atlántico era el límite del mundo conocido y los relatos míticos sobre los Campos Elíseos o el Jardín de las Hespérides se mezclan con los conocimientos geográficos de la época. Las citas más antiguas son dudosas y probablemente hacían referencia a distintos puntos del Mediterráneo occidental y de la costa atlántica norteafricana. En los escritos del romano Plinio el Viejo, las islas Canarias aparecen ya citadas y descritas.
Posiblemente, las islas fueron descubiertas por primera vez por el explorador cartaginés Hannón el navegante en el 570 a. C. El primer documento escrito con una referencia directa a Canarias se debe a Plinio el Viejo, que cita el viaje del rey Juba II de Mauritania a las islas en el 40 a. C., y se refiere a ellas por primera vez como islas de los Afortunados (Fortunatae Insulae). Este nombre procede de la mitología griega, quienes afirmaban que por esta zona del Atlántico se encontraban islas donde había una especie de paraíso. En torno a esa época, se fundó al menos una colonia en la isla.
El nombre de Canarias es de origen romano, aunque se desconoce el porqué. Los romanos bautizaron a cada una de las islas como; Ninguaria o Nivaria (Tenerife), Canaria (Gran Canaria), Pluvialia o Invale (Lanzarote), Ombrion (La Palma), Planasia (Fuerteventura), Iunonia o Junonia (El Hierro) y Capraria (La Gomera). El geógrafo hispanorromano Pomponio Mela las situó por primera vez con exactitud en un mapa.
Durante mil años, entre los siglos IV y XIV, las islas parecen desaparecer de la historia. El único testimonio documental de esta época, muy dudoso, es el viaje de San Borondón, cuya leyenda se extendió durante siglos por la Europa cristiana. Durante la Edad Media fueron visitadas por los árabes y en el siglo XIV se produce el redescubrimiento de las islas.
La ciudad de Itálica
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