La batalla de Accio

                        



La batalla de Accio o Actium, fue posiblemente la batalla naval más importante de la historia de Roma. Tuvo lugar el 2 de septiembre del año 31 a. C. Tras la muerte de Julio César, su heredero Octaviano, que controlaba la parte occidental de la república romana, se enfrentó a la que fue la mano derecha de César, Marco Antonio, quien controlaba la parte oriental junto a su aliada y esposa Cleopatra


Ambos sabían que el control del mar era esencial en esa guerra. Por ello Augusto reunió un gran ejército y se dirigió a las costas del Mar Egeo, donde tras varias victorias menores, cortó el suministro a Actium, donde se encontraba la flota de Marco Antonio atracada. Tras varias maniobras desesperadas por parte de Marco Antonio, este y Cleopatra decidieron enfrentarse con todo a Octaviano en una batalla naval, con la esperanza de que durante la batalla, cuando les llegara un viento favorable, pudieran huir al sur, dirección a Egipto, donde tendrían la posibilidad de reunir otro ejército. Octaviano contaba con un ejército menor en número que el de Marco Antonio, aunque gran parte de los navíos de este eran de carácter comercial y no militar. 




La batalla se inclinó del lado de Octaviano, donde tuvo un papel fundamental su general Marco Agripa, quien venció en el flanco izquierdo. Marco Antonio y su buque insignia quedaron atrapados en mitad de la batalla, aunque consiguió huir hacía el de Cleopatra y ordenar la huida de su ejército rumbo Egipto, por desgracia para él y la reina egipcia, la retirada fue desastrosa, abandonando a gran parte de su ejército. Solo escaparon de la batalla 70 de los 500 navíos con los que contaba al principio de la batalla. Octaviano resultó vencedor, sufriendo alrededor de 2.500 bajas, la mitad que su rival. Aunque hay controversia con las cifras.


               

 
                                
Octavio, tras la batalla, persiguió a la pareja hasta Alejandría, pero Antonio y Cleopatra prefirieron suicidarse antes que someterse al nuevo gobernante del mundo romano. Octavio regresó a Roma tras lo acontecido, recibiendo más tarde el título de César Augusto, e iniciando una nueva era, la del imperio romano.



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