El muro de Antonino

 


Ilustración superior a la derecha de Ángel García Pinto

Todos hemos oído hablar sobre el muro de Adriano, aquella muralla fronteriza en el norte de Britania que separaba y defendía a los romanos de las tribus del norte de la isla, pero lo cierto es que más al norte, aproximadamente unos 160 km, había otra muralla. Hablamos del muro de Antonino. Fue erigido por Quinto Lolio Urbico, gobernador de Britania, por mandato del emperador Antonino Pío entre los años 140-142 d. C., es decir, diez años después del de Adriano. El motivo de la creación de este limes fortificado fue adelantar las posiciones defensivas romanas al considerar que la provincia de Britania era ya segura y así garantizar más aún su defensa, y de paso someter a las tribus hostiles que vivían frente al muro de Adriano, en las tierras altas de la Caledonia meridional, quedando estas tribus entre ambas murallas. 






La muralla no era tan sólida como la de Adriano, ya que estaba formada por un muro de turba y tierra apisonada en lugar de piedra, aunque tenía un foso mayor que la primera y contaba además con 19 fuertes. 

La fortificación se abandonó tras el fallecimiento del emperador Antonino Pío, hacia el 162 d. C. A la muerte del emperador Cómodo, aproximadamente 30 años después, el gobernador Clodio Albino retiró gran parte de su guarnición al proclamarse emperador y desplazarse a Lugdunum (la actual Lyon). El abandono de la muralla por parte de los romanos fue aprovechado por las tribus del norte que protagonizaron un gran ataque sobre las fronteras romanas en la isla. Esto llevó al emperador Septimio Severo en el año 208 d. C. a restablecer legiones en el muro de Antonino, ordenando además operaciones de reparación de la muralla, por lo que en ocasiones es citado como "muro de Septimio Severo". 

Fue nuevamente abandonado poco tiempo después tras la sangrienta campaña contra los pictos comandada por Severo. Caracalla, su hijo y sucesor, se conformó con el Muro de Adriano como frontera abandonando los planes de su padre de extenderse más al norte. 



El Muro de Antonino fue inscrito en la lista de Patrimonio de la Humanidad en el año 2008 por la UNESCO, a pesar de que quedan muy pocos restos, como parte de las “Fronteras del Imperio Romano”.





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